Hermandad "El Baratillo"

Domingo de Ramos: Reflexión de nuestro Director Espiritual

 Isaías 50, 4-7; Salmo 21; Filipenses 2, 6-11; Mateo 26, 17-27, 66 

 

El amor es capaz de hacer nuevo todo en nuestra vida de una manera insospechada. Quien permanece abierto a la Palabra de Dios y hace de ella misma su pan, va haciendo posible crecer y vivir desde los sentimientos de Cristo. El que vive de la Palabra de Dios encuentra en la humildad la fuerza y el camino para dejar que Dios transforme, poco a poco, su corazón. Quien es de Dios y mira a su manera, no rehúye las dificultades sino que las enfrenta y las supera desde el amor. El que ama permanece ante insultos, calumnias y ofrece su existencia para testimoniar que, quien vive creyendo en el amor, en él mismo se hace fuerte, y nunca queda defraudado. Quien vive desde el amor vive porque ha elegido el verdadero camino de la propia existencia.

El que ama, por otra parte, no mira lo que deja o el sacrificio que comporta seguir amando. Para muchos, esto puede ocasionar buscar una manera de amar en la que no haya que morir, pero eso es imposible en el amor. Precisamente porque se ama se muere, se muere a todo lo que me impide amar y me hace estar en el centro, se muere a todo lo que me impide vivir plenamente. El amor verdadero me revela la mediocridad de las medias tintas, del amarme y buscarme a mí mismo cuando hago cosas por los demás, del vacío de permanecer en el pensamiento de lo que los demás tienen que hacer por mí. El amor es salida de uno mismo y cuanto más me doy, más felicidad experimento. No se trata de lo que tenga, sino de todo lo que pueda dar. Ahí está lo importante. Ahí está el camino. Es lo que vemos en Jesús. Cristo nos amó y pasó por un maldito para permanecer fiel a nosotros. El que ama no mira sino aquello que desea salvar y así, Jesús siendo rico se hizo pobre por amor a nosotros. ¡Qué misterio! Tendríamos que pensar qué respuesta tiene esto en nuestra vida. Muchas veces, frialdad, indiferencia, etc.

La contemplación de la Pasión es conmovedora. Nos deja una sensación grande de pequeñez ante el amor tan grande de Jesús por cada uno de nosotros. Él es, desde el principio y para siempre, Misericordia. La Pasión según San Mateo contiene referencias al Antiguo Testamento para dar a entender una vez más que, todo lo previsto en la Escritura, tiene su pleno cumplimento en Jesús.

La cena pascual, ya es signo de lo que es la vida de Jesús: una entrega total, que será permanente y que se habrá de convertir en la forma de vida de aquellos que se consideren sus seguidores. Entrega y servicio como forma del amor auténtico. Pero esto no siempre es fácil. A los discípulos les cuesta entenderlo, por eso, se puede ver que la Pasión tiene para Jesús una forma profunda de soledad. Su camino es diferente al de sus discípulos. Su lenguaje es distinto. Parece que no les llega. Jesús sabe a dónde va, qué es lo que le viene encima, los apóstoles están en lo suyo. Como, tantas veces, nos pasa a nosotros. Ellos duermen mientras Jesús sabe que entra en un momento fundamental de su existencia. Y Jesús se lo reprocha. Muchas veces el Señor nos habla, pero nosotros nos quedamos en lo nuestro o preferimos no escuchar lo que nos dice. Esto parece más cómodo. Pero es mentira. El que mira a Dios permanece de pie, el que no entra por lo que Dios le indica, el que se mira a sí mismo, se pierde, se quiebra, se duerme. Hay que orar para resistir la tentación. Hay que orar para que nuestra vida funcione y sea presencia de lo que Jesús quiere de nosotros.

En este texto vemos también cual es la salida del hombre cuando se ve en dificultad: la huida incluso por parte de aquel que le promete ir a la muerte si es necesario como testimonio de su seguimiento. Pedro huye y se pone a seguir de lejos a Jesús. Y eso sólo puede terminar en lo que terminó: la negación. Cuanto menos importante es alguien en nuestra vida, menos tiempo tardará en salir de ella. Negación que fue negar a quien era su vida, su aliento, su sentido; en definitiva, quien lo era todo para él. Por eso, cuando creyéndose tan fuerte y valiente lo niega, llora desconsoladamente. El vacío sería enorme: ha preferido su vida, su pellejo, su honor, a Aquel que le hace vivir profundamente. Negar o negociar lo que recibimos de Dios no tiene buen fin. Lo podemos ver también en Judas que, después de entregarlo con un beso, se arrepiente grandemente. Son ejemplos de lo que, también, podemos vivir nosotros cuando emprendemos el mismo camino. Sin Jesús todo se viene abajo en nuestra existencia.

Y cuando esto es así podemos llegar a sorprendernos optando por cualquier cosa. Cuando nuestra brújula está puesta en nuestros deseos llegamos a ser como no somos y podemos llegar a preferir lo que no significa nada para nosotros: aquellos que, un día como hoy, aclaman a Jesús que entra victorioso, aclamado y alabado en Jerusalén, son los que le vuelven la espalda prefiriendo a Barrabás. O podemos ver también a las autoridades judías en su maniobra para exaltar a la masa y terminar haciéndoles creer que lo mejor es terminar con la vida de Jesús. Cuántas veces nos pueden decir esto: que porqué es tan importante la fe para nosotros, que lo mejor es el camino más corto y fácil.

Apostar por Jesús es crecer en la fidelidad por lo verdadero y lo auténtico. Y este no es el camino de lo fácil, pero si el que nos puede conducir a la felicidad. Este es el camino que nos enseña la Virgen María. Ella permanece al pie de la Cruz. Su amor es respuesta de fidelidad al amor del Hijo. El amor con amor se paga. Quien ha descubierto el amor, sólo puede conducirse ya por Él.

Os invito a leer el texto con detenimiento. Cuando podáis. No tengáis prisa y dedicadle tiempo. Os puede sorprender lo que podéis descubrir. No penséis que os lo sabéis. Es el mayor peligro para no conocer en profundidad la Palabra de Dios y su inmenso poder para nuestra vida. Y leedla sin quitar la mirada de la Cruz, y en el amor que eso implica respecto a cada uno. Parad en aquella palabra o versículo que os toque el corazón y permaneced un tiempo para descubrir qué os puede querer decir el Señor. Mirad qué os hace sentir, qué compromiso os invita a asumir, qué paso de conversión os marca para seguir creciendo en la fe. Que paséis un buen Domingo De Ramos.

Un abrazo y a vuestra disposición.

 

N.H. Rvdo. Sr. D. Andrés Ybarra Satrústegui

Director Espiritual 

 

 

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