Carta de N.H. Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Miguel Ángel Ayuso Guixot

Les reproducimos literalmente la carta escrita por N.H. Emmo. y Rvdmo. Cardenal Sr. D. Miguel Ángel Ayuso Guixot para todos los hermanos del Baratillo con motivo de la Semana Santa y la crisis sanitaria del Covid-19:

 

Ciudad del Vaticano

a 6 de abril de 2020

 

Estimado Hermano Mayor, D. Marcelino Serrano Cantalapiedra, querido Hermano y Amigo:

En estas fechas tan señaladas de la Semana Santa y ante la crisis del Covid_19, no quiero dejar de escribirle para expresarle, como hermano, mi solidaridad, mi oración y mi cercanía a todos los hermanos de la Hermandad del Baratillo junto a sus familias, muchas de las cuales estarán sufriendo en estos días de emergencia sanitaria.

Confiemos toda la humanidad al Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuesttra Señora de la Piedad, así como a María Santísima de la Caridad en su Soledad, para que acabe esta crisis mundial del coronavirus.

Les recuerdo a todos en mis oraciones y las imparto mi bendición. In Domino,

Miguel Card. Ayuso

 

 

Lectura del Evangelio: Lunes Santo

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (42,1-7): 

Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas.
Esto dice el Señor, Dios, que crea y despliega los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, da el respiro al pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella:
«Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te he formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».

Palabra de Dios

Salmo 26,1.2.3.13-14

R/. El Señor es mi luz y mi salvación


El Señor es la defensa de mí vida,
¿quién me hará temblar? R.

 

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R.

 

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11)

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
 

Palabra del Señor

Comentario 

Las lecturas de hoy nos invitan a acercarnos y descubrir más de cerca la identidad de Jesús como el Mesías, como el siervo y el elegido de Dios para llevar a cabo la obra de la salvación en favor de todos los hombres. En efecto, Él es aquel a quien el Padre sostiene y envía para que ninguna vida se rompa (la caña cascada no se romperá) o termine por apagarse (el pábilo vacilante no se apagará) a causa de la desesperanza, el miedo, la desolación, etc. La identidad de Jesús revela su propia misión, es decir, Él es en tanto que vive para salvar y lleva hacia delante esta misión encomendada por el Padre. Jesús es el mayor don que el Padre nos ha regalado. Nuestra salvación está escondida en Él, por eso, la vamos descubriendo a medida que nos vamos acercando a Él y lo vamos conociendo. Jesús, desvelándose poco a poco en la vida de quien lo busca, produce aquello que leemos al final del pasaje: nos hace descubrir nuestras cegueras y nos ayuda a acabar con ellas, nos muestra nuestras esclavitudes y nos descubre que sólo Él merece la pena.

Jesús es el Hijo, el llamado para hacer la justicia al hombre, es aquel que llevado de la mano del Espíritu Santo, se deja conducir con la meta puesta en la salvación del hombre. Jesús ha sido formado, es decir, ha sido enviado, ha vivido únicamente para mostrar la verdad del amor y la misericordia de Dios que desea encontrar al hombre para seducirle y llenarlo de vida.

Pero esta misión encuentra dificultades, como también nosotros, a veces, no somos honestos con el Señor. El evangelio, con la unción de María a Jesús, nos presenta la anticipación del fin que le espera a Jesús: su propia muerte. Jesús ha venido a salvar al hombre, a mostrarle la bondad de Dios y ser la respuesta a los interrogantes más profundos de nuestra vida. Pero esto no lo entienden todos de esta manera.

Curiosamente, cerca de Jesús, entre sus discípulos, encontramos a Judas sólo interesado por el dinero. Es el ejemplo del hombre metido en sus cosas, sólo interesado por lo suyo y despreocupado de todo lo que no entre dentro del campo de sus intereses. A veces, Jesús quizás también nos puede encontrar así, despreocupados de los gestos que personas cercanas tienen hacia nosotros o con los demás. Pero además, también, vemos cómo los sumos sacerdotes, se niegan a aceptar que Jesús salva y ama al hombre y que es la plenitud de la Salvación del Dios bueno y amigo del hombre. Aún a pesar de que ha resucitado a su amigo Lázaro y no valorando lo bueno de esta acción, su único deseo es quitar a Jesús de en medio porque les resulta molesto. Todo por causa de que la gente lo busca porque cree en Él. Hay veces que, por mucho que queramos, no podemos hacer nada para que la verdad salga a la luz. Y esa verdad es que Jesús, con su vida, con su palabra, ha tocado el corazón de los que lo ven y ha empezado a ser alguien importante en sus vidas. No seamos nosotros ciegos ante las cosas buenas que Dios hace en nuestra vida. Por el contrario, que sea precisamente el ser conscientes de ellas, lo que nos ayude a afianzar mucho más nuestra fe y nuestro conocimiento de Jesús como Aquel que viene de verdad a nuestra vida a renovarla, a transformarla y a darle lo que queremos y sólo encontrarnos en Jesús.

Que estas lecturas nos ayuden a vivir con esperanza y fe estos momentos de dificultad en los que nos encontramos. Que pongamos siempre nuestra confianza en Jesús que nos cuida, nos protege y nos guía. Que Nuestra Madre de Piedad y Caridad ponga su mirada y su manto sobre todos nosotros y nos ponga muy cerca de su Hijo, siempre lleno de Misericordia.

 

 N.H. Rvdo. Sr. D. Andrés Ybarra Satrústegui

Director Espiritual

Domingo de Ramos: Reflexión de nuestro Director Espiritual

 Isaías 50, 4-7; Salmo 21; Filipenses 2, 6-11; Mateo 26, 17-27, 66 

 

El amor es capaz de hacer nuevo todo en nuestra vida de una manera insospechada. Quien permanece abierto a la Palabra de Dios y hace de ella misma su pan, va haciendo posible crecer y vivir desde los sentimientos de Cristo. El que vive de la Palabra de Dios encuentra en la humildad la fuerza y el camino para dejar que Dios transforme, poco a poco, su corazón. Quien es de Dios y mira a su manera, no rehúye las dificultades sino que las enfrenta y las supera desde el amor. El que ama permanece ante insultos, calumnias y ofrece su existencia para testimoniar que, quien vive creyendo en el amor, en él mismo se hace fuerte, y nunca queda defraudado. Quien vive desde el amor vive porque ha elegido el verdadero camino de la propia existencia.

El que ama, por otra parte, no mira lo que deja o el sacrificio que comporta seguir amando. Para muchos, esto puede ocasionar buscar una manera de amar en la que no haya que morir, pero eso es imposible en el amor. Precisamente porque se ama se muere, se muere a todo lo que me impide amar y me hace estar en el centro, se muere a todo lo que me impide vivir plenamente. El amor verdadero me revela la mediocridad de las medias tintas, del amarme y buscarme a mí mismo cuando hago cosas por los demás, del vacío de permanecer en el pensamiento de lo que los demás tienen que hacer por mí. El amor es salida de uno mismo y cuanto más me doy, más felicidad experimento. No se trata de lo que tenga, sino de todo lo que pueda dar. Ahí está lo importante. Ahí está el camino. Es lo que vemos en Jesús. Cristo nos amó y pasó por un maldito para permanecer fiel a nosotros. El que ama no mira sino aquello que desea salvar y así, Jesús siendo rico se hizo pobre por amor a nosotros. ¡Qué misterio! Tendríamos que pensar qué respuesta tiene esto en nuestra vida. Muchas veces, frialdad, indiferencia, etc.

La contemplación de la Pasión es conmovedora. Nos deja una sensación grande de pequeñez ante el amor tan grande de Jesús por cada uno de nosotros. Él es, desde el principio y para siempre, Misericordia. La Pasión según San Mateo contiene referencias al Antiguo Testamento para dar a entender una vez más que, todo lo previsto en la Escritura, tiene su pleno cumplimento en Jesús.

La cena pascual, ya es signo de lo que es la vida de Jesús: una entrega total, que será permanente y que se habrá de convertir en la forma de vida de aquellos que se consideren sus seguidores. Entrega y servicio como forma del amor auténtico. Pero esto no siempre es fácil. A los discípulos les cuesta entenderlo, por eso, se puede ver que la Pasión tiene para Jesús una forma profunda de soledad. Su camino es diferente al de sus discípulos. Su lenguaje es distinto. Parece que no les llega. Jesús sabe a dónde va, qué es lo que le viene encima, los apóstoles están en lo suyo. Como, tantas veces, nos pasa a nosotros. Ellos duermen mientras Jesús sabe que entra en un momento fundamental de su existencia. Y Jesús se lo reprocha. Muchas veces el Señor nos habla, pero nosotros nos quedamos en lo nuestro o preferimos no escuchar lo que nos dice. Esto parece más cómodo. Pero es mentira. El que mira a Dios permanece de pie, el que no entra por lo que Dios le indica, el que se mira a sí mismo, se pierde, se quiebra, se duerme. Hay que orar para resistir la tentación. Hay que orar para que nuestra vida funcione y sea presencia de lo que Jesús quiere de nosotros.

En este texto vemos también cual es la salida del hombre cuando se ve en dificultad: la huida incluso por parte de aquel que le promete ir a la muerte si es necesario como testimonio de su seguimiento. Pedro huye y se pone a seguir de lejos a Jesús. Y eso sólo puede terminar en lo que terminó: la negación. Cuanto menos importante es alguien en nuestra vida, menos tiempo tardará en salir de ella. Negación que fue negar a quien era su vida, su aliento, su sentido; en definitiva, quien lo era todo para él. Por eso, cuando creyéndose tan fuerte y valiente lo niega, llora desconsoladamente. El vacío sería enorme: ha preferido su vida, su pellejo, su honor, a Aquel que le hace vivir profundamente. Negar o negociar lo que recibimos de Dios no tiene buen fin. Lo podemos ver también en Judas que, después de entregarlo con un beso, se arrepiente grandemente. Son ejemplos de lo que, también, podemos vivir nosotros cuando emprendemos el mismo camino. Sin Jesús todo se viene abajo en nuestra existencia.

Y cuando esto es así podemos llegar a sorprendernos optando por cualquier cosa. Cuando nuestra brújula está puesta en nuestros deseos llegamos a ser como no somos y podemos llegar a preferir lo que no significa nada para nosotros: aquellos que, un día como hoy, aclaman a Jesús que entra victorioso, aclamado y alabado en Jerusalén, son los que le vuelven la espalda prefiriendo a Barrabás. O podemos ver también a las autoridades judías en su maniobra para exaltar a la masa y terminar haciéndoles creer que lo mejor es terminar con la vida de Jesús. Cuántas veces nos pueden decir esto: que porqué es tan importante la fe para nosotros, que lo mejor es el camino más corto y fácil.

Apostar por Jesús es crecer en la fidelidad por lo verdadero y lo auténtico. Y este no es el camino de lo fácil, pero si el que nos puede conducir a la felicidad. Este es el camino que nos enseña la Virgen María. Ella permanece al pie de la Cruz. Su amor es respuesta de fidelidad al amor del Hijo. El amor con amor se paga. Quien ha descubierto el amor, sólo puede conducirse ya por Él.

Os invito a leer el texto con detenimiento. Cuando podáis. No tengáis prisa y dedicadle tiempo. Os puede sorprender lo que podéis descubrir. No penséis que os lo sabéis. Es el mayor peligro para no conocer en profundidad la Palabra de Dios y su inmenso poder para nuestra vida. Y leedla sin quitar la mirada de la Cruz, y en el amor que eso implica respecto a cada uno. Parad en aquella palabra o versículo que os toque el corazón y permaneced un tiempo para descubrir qué os puede querer decir el Señor. Mirad qué os hace sentir, qué compromiso os invita a asumir, qué paso de conversión os marca para seguir creciendo en la fe. Que paséis un buen Domingo De Ramos.

Un abrazo y a vuestra disposición.

 

N.H. Rvdo. Sr. D. Andrés Ybarra Satrústegui

Director Espiritual 

 

 

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